
Exiliada de mí misma
Cuando dejé mi país lo hice llena de confianza, y expectativas buenas sobre mi nueva tierra. Ni bien me aprobaron la Visa, recuerdo ir corriendo con mi marido dentro del túnel que nos transportaba al avión con el que cruzaríamos el Atlántico. Estaba feliz de dejar el calor infernal atrás, y la corrupción que no deja oportunidades para gente que provee la mesa con el sudor de su frente. Poco sabía que me esperaban años muy difíciles adelante. Lidiar con duelo migratorio, y la