¿Por qué te enojaste y te fuiste?
¿Te puedo preguntar cuándo fue la última vez que sentiste rabia?
¿Qué la ocasionó?
¿Qué sentiste en el cuerpo?
¿Qué otras emociones aparecieron?
¿Cómo expresaste esa rabia?
Cuando menciono la palabra rabia, en mi mente surgen imágenes de gritos, abuso verbal, sudoración, empujones, el color rojo, palpitaciones, sensación de ardor en el cuerpo.
No se a ti, pero a mí me educaron de que debía ser una señorita que guardaba la compostura, que debía manejarse con cuidado socialmente, inclusive en los momentos de rabia.
Además me dijeron una y otra vez que debía procurar caerle bien, y llevarme bien con todos.
A las mujeres se nos prohibe mostrar rabia socialmente, a los hombre mostrar tristeza.
Estas cosas hicieron en mí que muchas veces me tragara situaciones, que las dejara pasar en nombre de la paz.
Pero debo admitir que a veces me ha salido caro, bien caro. He tenido que tolerar mentiras de todos los colores y falta de respeto. Sentía la energía en el cuerpo, respiraba profundo y lo dejaba pasar para evitar enfrentamientos.
Eso ha cambiado ahora, he aprendido a decir BASTA, NO, y a COLOCAR LIMITES.
A veces he tenido que enseñar cómo ser tratada correctamente, CON RESPETO. Y a vivir con las consecuencias, porque a quienes les colocamos límites o les hacemos estas aclaraciones, generalmente no quedan contentos.
Luego me retiro. No hay nada más elegante que retirarse de ciertas situaciones.
Ya lo dice el dicho “correr a tiempo no es cobardía”.
Hay que detectar a tiempo a gente abusiva o irrespetuosa, y salirse de allí.
La rabia también es una emoción positiva, que resulta incómoda, pero esto tiene una función. Necesitamos de la energía de la rabia para retomar el control de lo que sentimos nos han arrebatado.
Así que la rabia es buena, a pesar de su mala reputación. Nos sirve para reclamar una injusticia, un abuso, una estafa, un engaño que hemos sufrido, o algún daño personal a nosotros mismos o a las personas que queremos.
Si tragas esa emoción se convierte en un sentimiento enquistado de enfado constante, y con el tiempo se vuelve resentimiento.
No vale la pena cargar resentimiento, algo que genera inflamación en el cuerpo y no repara las cosas. Además el resentimiento puede hacer que grites y desplaces tu rabia hacia las personas equivocadas, o te ataques a ti mismo con comida, alcohol, sustancias o la autolesión.
Por eso cuando experimentes rabia, siente esa emoción, nómbralo “siento rabia”, acepta lo que estás sintiendo, y reconoce por qué.
La rabia puede ser injustificada, pero también justificada, algo ocurrió en el momento que te dejó agitado.
Si estás en un evento social, reconoce que sientes una rabia, define si es seguro expresarlo allí, si no retírate, pero hay que movilizar la emoción, hay que expresarla de una manera saludable primero.
Eso significa expresarla sin que nadie salga lastimado, como hacer una caminata rápida de al menos 20 minutos, escribir lo que te disgusta con papel y lápiz, gritar en el auto a solas, y ya cuando se ha retirado de tu cuerpo esa sensación tan potente, piensa con la cabeza fría tus siguientes pasos "correctos e inteligentes" para restaurar lo que te han dañado, para decirle a alguien se terminó la relación, la amistad, la familiaridad, o colocar límites muy claros si piensas continuar allí.
A veces la rabia es contra nosotros mismos, cuando dijimos "Sí", en vez de decir "No" y nos comprometemos en cosas que no nos interesan. Por eso es bueno aprende a decir "No" en el momento oportuno.
Caerle bien a todos tiene sus dificultades, te obliga a tragar situaciones incómodas y eso a la larga tiene un alto costo emocional que valdría la pena preguntarse si vale la pena pagarlo.
Sobre la Autora: Doraliz Aranda es Consejera Psicológica y Miembro Registrado del British Association of Counselling and Psychotherapy (BACP). Trabaja de forma presencial y online desde Derby Inglaterra. Puedes adquirir sus audiolibros en Audible.com o en formato libro de Amazon.com
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